Estudió en Florencia y vino a Roma alrededor del año 1402. El papa Bonifacio IX hizo de él uno de sus secretarios apostólicos. Ocupó el cargo de canciller de Florencia en junio de 1453 gracias a la protección de los Médici y fue un latinista convencido de que el latín era una lengua viva, por lo que fue con frecuencia criticado por ciceronianos como Leonardo Bruni o Lorenzo Valla (este último escribió un Antidotus in Poggium).
Fue un incansable perseguidor de manuscritos por toda Italia, Inglaterra, Alemania, Francia y Suiza, de suerte que rescató, compró, copió o robó él solo gran parte de la literatura clásica latina antigua que reverdeció en el Renacimiento desde el seno de los monasterios a que acudió en su busca. Usaba, a imitación de Coluccio Salutati, la nueva letra gótica más rápida en vez de la minúscula carolina. Así rescató numerosos discursos de Cicerón que encontró en el monasterio de Cluny en 1415, así como, en el monasterio suizo de Saint Gall, el primer texto completo de la Institutio Oratoria de Quintiliano, un fragmento de Valerio Flaco, comentarios de Cicerón, otros de Asconio y Prisciano a Virgilio y un manuscrito de Vitrubio. En Alemania encontró un códice de Vegecio. También encontró el De rerum natura de Lucrecio y obras de Manilio, Silio Itálico, Amiano Marcelino y obras de los gramáticos Caper, Eutiques y Probo. También halló las Silvae de Estacio, y esto es sólo una parte muy pequeña de sus descubrimientos.
Estudió además la historia de Florencia, que escribió desde los años 1350 a 1455, y compuso numerosas epístolas, algunas de ellas contra sus enemigos, y diálogos en latín; fue muy conocida y popular una colección suya de cuentecillos cómicos que tituló Liber facetiarum.
Fuente : wikipedia.com
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